miércoles, 22 de julio de 2009

“Resabios”: ajuste y cuenta de autenticidad en Luissiana Naranjo

(Escrito por Carlos Calero)

Al analizar este volumen titulado “Resabios”, no evito la tentación de remontarme a Safo, mujer y poeta griega rodeada de un mundo en ajuste furtivo con su naturaleza femenina, y cielo demasiado libre, verdadero para la vida en la isla de Lesbos; también recuerdo los poemas de Ana Azmatova, poeta hija de tártaros, asediada por el régimen soviético de ese entonces, y ya más próximos a nuestra geografía continental es ineludible referirse a Alfonsina Storni y su promesa de mar moviéndose hacia lo libre dentro de una poética beligerante y consecuente con su género; también Delmira Agustini con lírico y vertical cansancio contra la norma matrimonial y el macho hacedor de las cosas de pareja, en diseño y proporción arquitectónica de la violencia denigrante; pero imaginemos a estas dos poetas vivas y conscientes de su razón de ser, que no se sometieron, y asumen sus “resabios” para honrar la palabra con el soporte de la conciencia. Y podríamos seguir en la nómina emblemática de mujeres vitales y militantes por la causa de la mujer.

Costa Rica no ha sido la excepción al incluir en la bibliografía literaria a la mujer costarricense, la escritora, la dueña de su palabra y periplo por conquistar derechos como expresión del género que alza su voz cuando corresponde hacerlo. También hay nombres visualizados en la tradición de la resistencia y el asomo, como expresión del quehacer literario: Yolanda Oreamuno, Carmen Lyra, Luisa González, Carmen Naranjo, Ana Istarú, y otras. Y por qué no decir que con Luissiana Naranjo se fortalece y continúa la tradición.

Me ha llamado al interés, en la primera lectura del libro de Luissiana, documentar brevemente el panorama de la literatura centroamericana, donde se quiera o no la autora de “Resabios” llamará la atención con este texto poético. Como en otras latitudes, la literatura escrita por mujeres, de alguna manera, ha estado mediatizada por el carácter androcéntrico, discriminador e irresponsable que ha marcado la construcción del canon y de la historia de la literatura en la región centroamericana.” Y debemos añadir un poco más: “La exclusión, invisibilización y marginación de la literatura escrita por mujeres, en tanto sujetos de género, están registradas en los silencios de la historia, que no ha sido escrita por mujeres.” Y como ajuste de cuentas se indica: “el propósito de que mujeres y hombres revisemos, re-escribamos y corrijamos la historia, porque es necesario hacer justicia a las escritoras en el istmo centroamericano.”

Como friso de mujeres centroamericanas, sobre todo de poetas, es digno mencionar algunos nombres vigentes y actuales: Daisy Zamora, Vidaluz Meneses, Ana Ilse Gómez, Blanca Castellón, María Amanda Rivas, y otras, en Nicaragua. Carmen Matute, Isabel de los Ángeles Ruano, y otras, en Guatemala. Silvia Elena Regalado, Dina Posada, y otras, en El Salvador. Amanda Castro, Claudia Torres, y otras, en Honduras. Ana Istarú, María Montero, Julieta Dobles, Vilma Vargas, y otras, en Costa Rica. Consuelo Tomas, Bertalicia Peralta, y otras, en Panamá.

Este libro, con el título de “Resabios”, editado por Editorial Andrómeda, marzo 2008, cuenta con un índice de 90 poemas, sin apartados o subdivisiones; la portada e ilustraciones internas estuvieron a cargo del pintor costarricense Rafael Chamorro.

Los aspectos que deseo destacar, se refieren a los resabios que generan en la mujer vital cierto tono hedónico y la certeza del ser; del macho, pero también el hombre amado, la cultura de la tradición y complacencia de género, y otros que no enunciaré.

Por boca de la misma poeta se dice: Porque desde mi no-nacimiento aposté por la vida. Cada latido y respiración de mi existencia, se vocaliza en poesía. Aún sigo jugando la ruleta de apostar por ella hasta mi no-muerte.” Y es cierto, en el poemario “Resabios” hay múltiples muestras de lo expresado por Luissiana. Esto prologa a una mujer vital, y el amor la fortalece. En su poema Resabios nos dice: “La libertad que se encarna solo cuando hacemos el amor.”, aunque en el centro del poema gravite la insatisfacción. En otro verso señala: “La amante puede llamarse fruta, flor, caracol…” Pero es parte de la vitalidad la conciencia del ser, olvidar lo que se fue para afirmarse en lo que se es. Por eso Luissiana cifra, en términos amorosos: “Ahora espero olvidar con vehemencia… todos esos recuerdos de la luna que dejé sobre tu pecho.” Para patentar esa vitalidad del confesarse con el lector, invito a que lean el poema “Bipolar”.

Cuando su discurso aborda el tema del hombre, lo hace en forma directa, por lo menos en su poema “Despecho”, al enfocarlo como “domador de circo”, “mujeriego”, “débil pedazo de mutante”, “Baco impotente”, “Dios de otro mundo”, “macho ingenuo”, “chiste absurdo”, “perro que come crías”; en fin, el imaginario popular se apropiará de estas nomeclaturas que para nada son gratuitas, sino predican la realidad de género que prevalece como valencia cultural del macho contemporáneo.

A pesar de lo anterior, encuentro, en esta poeta, su sentido de equilibrio emocional, cuando confiesa el placer que le proporciona la persona masculina amada, y hasta el rubor que se produce durante la entrega: “Nos miramos en la cama y nos visitaron ciertas dudas. Los grillos entonaban la noche. Todo se volvió pequeñito, la vergüenza de mi sostén desatado por tus ansias, ese rebelde olor de pino mezclándose en mi cabaña, la luz intocable de tu piel desnuda y la culpa que no dejó de mirarnos.” (Poema “Desliz”) Entonces me ubico con ciertos ecos en el Cantar de los Cantares. Luissiana, en otra parte, comparte con nosotros: “(…) quizá es la memoria juguetona del árbol que sembramos juntos, o la posteridad de dos cuerpos que se enlazan y se desatan con inocultable ardor.” (Poema “Posteridad”)

Por último y para cerrar, encuentro, entre muchos ejes temáticos, éste que me satisface como lector: Cultura de la tradición y la complacencia de género. Con esto quiero decir, sin sistematizar nada, porque de esto se trata mi trabajo, que hay cierta complicidad, regodeo, cierto escamoteo de los valores de género de la mujer acentuados por la tradición y la auto-complacencia de algunas mujeres que no han incursionado en el verdadero papel de la femineidad costarricense de hoy. Se tornan fomentadoras y auto-defensoras de esas valencias rígidas del predominio masculino en las relaciones sociales, políticas y culturales en general. Ante esto Luissiana es horizontal, y no pierde tiempo en explicaciones, sino poéticamente decanta el problema y sentencia: “Salve, Patria, la heredad de tu sexo invalidado…” Somos patria intimidante,/ besadores de la historia que se mienten y torturan…” (Poema Resabio) Ideológicamente, la poeta está muy clara de que la lucha es sin tregua, en el sentido de hacerse valer y ser escuchada, ahora, con este poemario. En el poema La amante escribe: “Su lengua tiene una elegía. Canta para enmudecer. Destroza el prodigio de sus miedos. Trata de ser feliz pero no lo es.” Este resabio de insatisfacción es uno de los grandes motivos que cabalgan a lo largo del poemario. Por algo el diccionario de la Real Academia define el resabio como “Sabor desagradable”; entonces, encontrar la verdad personal y humana no es ningún vicio ni mala costumbre. Es poesía, es conciencia y orgullo alegre de mujer. Y, para cerrar, cito unos fragmentos del poema “Mestiza”:Mi sangre es mestiza, parece gitana”; “¿A dónde se fue Cervantes? Mi Quijote lo sigue buscando.” Esa búsqueda de la vida y el poema, esa forma que no encuentra el estilo, y el innumerable vicio de sentirnos humanos es la batalla de esta poeta, quien ya tiene un sitio y reconocimiento por sus resabios que nos increpan en la culpa y la duda de que todavía al hombre le falta ser más autocrítico y humilde, para saberse amado y amar en iguales condiciones a su cómplice en las grandes decisiones por la vida.

Presentación del libro en el Museo Joaquín García Monge

Desamparados, San José Costa Rica, agosto 2008




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