I
Resulta que este santo te mira, pero es con tus propios ojos; un santo que te vio hacer el amor de pie y contra una puerta:
II
que hubo sexo oral y no sucumbieron los cielos; que el pubis se erizó y no apagaron, con la inocencia, las candelas;
III
qué generoso, qué alcahueta el santo diría mi abuela, y todo hubiera acabado de no ser que en el retrato de la sala había un cuerpo de muchacha adolescente con vestido de gasa y flores en las orejas, y me lo llevaba en los bolsillos, desnudo, para luego besarlo sin que nadie me viera,
IV
pues en lo secreto de mis estrategias ella iba y venía conmigo, pero sin ropas ni escapularios.
V
Cómo besaba y bendecía ella al santo Carlos Calero, hasta que nos descubrieron.
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